viernes, 25 de febrero de 2011

OBEDECIÓ HASTA LA MUERTE


Isaías 53:10 nos enseña que Jehová quiso quebrantar a Cristo, sujetándole a padecimiento.
Y Efesios 5:2 nos muestra que Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Entonces ¿Quién crucificó a Jesús? Exacto,  Dios.

Jesús no tuvo ningún problema para hacer la voluntad del Padre. Y no lo forzó para que tuviera misericordia de nosotros. Cristo no iba de mala gana a morir clavado en una cruz.
No. Todo lo que pasó Cristo, hasta su sufrimiento y su muerte fue idea del Padre. Fue el plan perfecto, elaborado aún antes de la creación del mundo. Es por eso que en la Biblia vamos a encontrar desde el Génesis hasta el Apocalipsis sobre la misericordia y la gracia Divina entregada a través del sacrificio de Cristo.

Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 2 Timoteo 1:9.”.

La idea está escrita. Una de tantas referencias de este plan está puesta en la vida de José el Soñador del que hablan en ciertas películas, no el esposo de María sino el hijo de Jacob, checa su historia desde Génesis 37 y te acordaras, pero en Génesis 50:20 después de que su padre falleció, sus hermanos tuvieron miedo porque le habían hecho mucho daño a José, ¡Sus propios hermanos!. José solo les respondió, “Lo que ustedes me hicieron con malas intenciones, Dios lo encamino a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” La idea estaba plasmada y el plan se estaba llevando a cabo.

Romanos 8:32 dice que Dios no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
Dios entregó a su propio Hijo
Romanos 3:25 dice que Dios puso a Cristo como propiciación por su sangre, para ser recibido por fe.
Dios puso a Cristo como propiciación

Una de las muchas causas o mas bien pretextos de la persecución de los judíos es porque dicen que ellos mataron a Cristo, pero realmente fueron parte del plan, porque en Hechos 4:27 y 28 dice:
4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 
CHEQUEN
4:28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 
Entonces en este hecho, la mano y el consejo de Dios ya había determinado que sucediera.
La mano del hombre pecador estuvo presente en este acto tan terrible. Pero como veíamos en Génesis 50:20 “Lo que ustedes me hicieron con malas intenciones, Dios lo encamino a bien.”.

En el antiguo testamento el profeta Isaías profetizó los sufrimientos de Jesucristo, quien tomaría el lugar de todos los pecadores. Dijo que el Cristo sería Herido de Dios en nuestro lugar.

Isaías dijo que Cristo:
Ciertamente llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él. Y por su llaga fuimos nosotros curados… Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:4-6).

Cuando Cristo oraba y clamaba a Dios diciendo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, o ya en la cruz “¿Dios mío, Dios mío, Porque me has abandonado?”, no clamaba en sufrimiento por lo que le hubieren golpeado y humillado física y emocionalmente. Ese grito desesperado y lleno de angustia fue por la incidencia terrible de la copa de la ira de Dios sobre él para redimirnos de nuestros pecados, que es la misma copa que será derramada sobre todo aquel que no haya aceptado el sacrificio de Cristo como pago suficiente por sus pecados.

Lo que en verdad impacta a esta relación “Cristo por los pecadores” es que fue pensado y ordenado por Dios. Dios planeó que Él estuviera allí. En Isaías 53:10 dice que Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.

El sufrimiento de Cristo es el derrame de la ira de Dios sobre él a causa del pecado. Por otra parte, el sufrimiento de Cristo es un suceso hermoso de humillación y obediencia a la volunta del Padre. Y el sufrimiento de Cristo fue una fragancia para Dios: ¿Porque? Porque “Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2).
Si tan solo todos nos pudiéramos gozar de esta terrible maravilla del amor de Dios, pero no es tan fácil. Dios hizo por nosotros lo que nadie podría hacer: derramó su ira sobre su propio Hijo, quien obedeció con un amor incomparable por nosotros. Y esa obediencia, esa disposición por recibir el castigo que nos corresponde fue hermosa ante Dios.
Tomemos en cuenta tal obediencia para tal sacrificio, que no es cualquier otra historia apasionada de un dios cualquiera. Pues es la obediencia que nos da la oportunidad de ser librados de nuestros pecados para tener vida eterna.

SE INCULPO POR AMOR



Galatas 3:13 habla acerca de que Cristo nos libró de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros maldición, pues él siendo Santo dio su vida por nosotros muriendo colgado en un madero (porque escrito está: Maldito todo el que es colgado en un madero).

Romanos 3:25 nos muestra como es que Dios entregó a Cristo como sacrificio por nuestros pecados, siempre y cuando tengamos fe en que su sangre es la única efectiva para tal sacrificio, a causa de haber pasado por alto en su paciencia, los pecados pasados.

Y Juan 4:10 nos aclara que en esta acción divina  consiste el amor, no que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, enviando a su Hijo para que fuera sacrificado por nuestros pecados.

Si Dios fuera injusto, nunca hubiera habido la necesidad, la instancia que Cristo sufriera y muriera. Paralelo a esto si Dios no fuera amor, no hubiera entregado a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados. Pero te tengo buenas noticias, Dios es tanto justo como amoroso. Por lo tanto, gracias a que Dios es amor, él mismo se dispuso a compensar las demandas de su justicia.

La ley de Dios demanda que “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”. Este es el primero de los mandamientos y es el primer mandamiento que rompemos, pues nuestro amor está puesto primeramente en muchas otras cosas mas. Así es el pecado, hemos degradado a Dios optando por otras cosas primero que a Él, y simplemente nos guiamos por esas decisiones. Es por eso que la Biblia nos enseña en Romanos 3:23 que Por cuanto todos hemos pecado todos estamos destituidos de la gloria de Dios. Generalmente Glorificamos lo que más nos agrada. Y realmente, lo que generalmente más nos agrada, no es Dios.

Es por eso que el pecado no es algo pequeño porque no es contra un Dios pequeño. La seriedad de un insulto aumenta según la dignidad del insultado. Así que Dios es incomparablemente merecedor de rendimiento, amor y rectitud. Por lo tanto, el no amar a Dios no es cualquier cosa, es traición.

Así que como Dios es justo, no pasará por alto los pecados del hombre. Pues Dios aborrece el pecado, siente ira en contra del pecado, y el pecado tiene que ser castigado, y el ya nos lo aclaró ya nos advirtió que la paga del pecado es muerte, Romanos 6:23 y El alma que pecare, esa morirá en Ezequiel 18:4

Si nuestro pecado no fuera castigado, eso sería injusto, así que Dios nos aclara constantemente en Gálatas 3:10 y Deuteronomio 27:27 que es “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”

Es por eso que regreso a la buena noticia Dios amó de tal manera al mundo que envió a su Hijo para él recibir la ira y cargar la maldición de la ley por todos aquellos que en él creen. Recordemos que la primer parte de Gálatas 3:13 dice que Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición.

Entonces la propiciación de la que hablamos en Romanos 3:25 es que a través de la provisión de un sustituto la justa ira de Dios sea descargada. Dios mismo proveyó el sustituto, a Jesucristo, quien toma por nosotros el pago que nos corresponde. Por el simple hecho de confiar en Cristo y confiar implica entregarnos a él, la ira de Dios la ha absorbido Cristo talmente. Su ira es justa, y fue aplicada, no suspendida.

No tomemos a Dios a la ligera, ni tomemos su amor como cualquier cosa. La verdad es que no nos vamos a dar cuenta de cuanto nos ama Dios hasta que entendamos la gravedad de nuestros pecados y su justicia siendo aplicada contra nosotros.
Pero bendito sea el Señor que cuando por su gracia, de nuestros ojos es quitado el velo que nos oculta nuestra inmoralidad, es cuando podemos admirar el sufrimiento y muerte de Cristo y decir , “En esto consiste el amor de Dios, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”                                (1 Juan 4:10)