Isaías 53:10 nos enseña que Jehová quiso quebrantar a Cristo, sujetándole a padecimiento.
Y Efesios 5:2 nos muestra que Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Entonces ¿Quién crucificó a Jesús? Exacto, Dios.
Jesús no tuvo ningún problema para hacer la voluntad del Padre. Y no lo forzó para que tuviera misericordia de nosotros. Cristo no iba de mala gana a morir clavado en una cruz.
No. Todo lo que pasó Cristo, hasta su sufrimiento y su muerte fue idea del Padre. Fue el plan perfecto, elaborado aún antes de la creación del mundo. Es por eso que en la Biblia vamos a encontrar desde el Génesis hasta el Apocalipsis sobre la misericordia y la gracia Divina entregada a través del sacrificio de Cristo.
“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 2 Timoteo 1:9.”.
La idea está escrita. Una de tantas referencias de este plan está puesta en la vida de José el Soñador del que hablan en ciertas películas, no el esposo de María sino el hijo de Jacob, checa su historia desde Génesis 37 y te acordaras, pero en Génesis 50:20 después de que su padre falleció, sus hermanos tuvieron miedo porque le habían hecho mucho daño a José, ¡Sus propios hermanos!. José solo les respondió, “Lo que ustedes me hicieron con malas intenciones, Dios lo encamino a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” La idea estaba plasmada y el plan se estaba llevando a cabo.
Romanos 8:32 dice que Dios no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
Dios entregó a su propio Hijo
Romanos 3:25 dice que Dios puso a Cristo como propiciación por su sangre, para ser recibido por fe.
Dios puso a Cristo como propiciación
Una de las muchas causas o mas bien pretextos de la persecución de los judíos es porque dicen que ellos mataron a Cristo, pero realmente fueron parte del plan, porque en Hechos 4:27 y 28 dice:
4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
CHEQUEN
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4:28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.
Entonces en este hecho, la mano y el consejo de Dios ya había determinado que sucediera.
La mano del hombre pecador estuvo presente en este acto tan terrible. Pero como veíamos en Génesis 50:20 “Lo que ustedes me hicieron con malas intenciones, Dios lo encamino a bien.”.
En el antiguo testamento el profeta Isaías profetizó los sufrimientos de Jesucristo, quien tomaría el lugar de todos los pecadores. Dijo que el Cristo sería Herido de Dios en nuestro lugar.
Isaías dijo que Cristo:
Ciertamente llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él. Y por su llaga fuimos nosotros curados… Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:4-6).
Cuando Cristo oraba y clamaba a Dios diciendo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, o ya en la cruz “¿Dios mío, Dios mío, Porque me has abandonado?”, no clamaba en sufrimiento por lo que le hubieren golpeado y humillado física y emocionalmente. Ese grito desesperado y lleno de angustia fue por la incidencia terrible de la copa de la ira de Dios sobre él para redimirnos de nuestros pecados, que es la misma copa que será derramada sobre todo aquel que no haya aceptado el sacrificio de Cristo como pago suficiente por sus pecados.
Lo que en verdad impacta a esta relación “Cristo por los pecadores” es que fue pensado y ordenado por Dios. Dios planeó que Él estuviera allí. En Isaías 53:10 dice que Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
El sufrimiento de Cristo es el derrame de la ira de Dios sobre él a causa del pecado. Por otra parte, el sufrimiento de Cristo es un suceso hermoso de humillación y obediencia a la volunta del Padre. Y el sufrimiento de Cristo fue una fragancia para Dios: ¿Porque? Porque “Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2).
Si tan solo todos nos pudiéramos gozar de esta terrible maravilla del amor de Dios, pero no es tan fácil. Dios hizo por nosotros lo que nadie podría hacer: derramó su ira sobre su propio Hijo, quien obedeció con un amor incomparable por nosotros. Y esa obediencia, esa disposición por recibir el castigo que nos corresponde fue hermosa ante Dios.
Tomemos en cuenta tal obediencia para tal sacrificio, que no es cualquier otra historia apasionada de un dios cualquiera. Pues es la obediencia que nos da la oportunidad de ser librados de nuestros pecados para tener vida eterna.
Tomemos en cuenta tal obediencia para tal sacrificio, que no es cualquier otra historia apasionada de un dios cualquiera. Pues es la obediencia que nos da la oportunidad de ser librados de nuestros pecados para tener vida eterna.